Son los objetos que atesoramos como un botín en nuestras noches de feria. Llegan inesperadamentea a nuestras vidas y suelen quedarse poco. Los olvidamos en nuestras casas de playa, en el banco donde descansamos un rato o en el fondo de ese bolso de verano que jamás utilizamos cuando volvemos a la ciudad. Y sin embargo, por un instante, nos hicieron felices.
Esto es un homenaje a los regalos de feria.